PIGMALIÓN
Eres silencio y sueño,
Una daga que reposa hundida
En el azul profundo de una noche;
Que brilla abrigada y adherida
A la melaza empalagosa del miedo,
Sin afanes de herir,
Sin gritos que rasgar,
Sin causa ni duelo.
Incapaz de caminar
A través de la bruma del deseo.
Sin saber dar un paso más allá
Del titubeo.
Imposible lanzarte sin ser empujada,
Impelida por el motor,
Un rumor encendido y constante,
De voluntades ajenas,
Enroscadas en las sogas
Que te atan las manos;
Alianzas de los hilos
Infinitos de los que cuelgas.
Sin saber ni tu nombre,
Olvidada de todos.
Sin tener más que hacer
Que rendir cuentas
A aquel dios que te hizo,
Que dice que te hizo,
Y que se llama hombre.
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