Dedicado a Horacio Traful, el milenario.
Esta rosa doliente que es tu mente
se refleja en la sangre putrefacta
cuando la noche avisa
que detrás de las tinieblas
ya no hay nada.
Y tu voz, ya vacía del espanto
y tu mano, ya sin cuerdas ni nostalgia
y tus ojos, aun mirándonos
aunque asustados
alegres vivarachos
verdes
y el tocadiscos, toca un tango.
Sos tu muerte, y te vas otra vez a la intemperie
encadenado a la lluvia de las pampas:
revienta el cielo sus haces de quimeras
y ahoga la sombra del mañana
mientras, casi sin existir, me empaño.
Solo hoy descubro esta publicación, que mucho te agradezco.
ResponderEliminarMarta Zabaleta